miércoles, 28 de noviembre de 2012

Dificultades por el estrés en el embarazo



Estrés durante el embarazo


A medida que avanza el conocimiento de la fisiología de la gestación, también aumenta la certidumbre de que el estado emocional de la madre es primordial para el desarrollo del bebé intrauterino e incluso para su salud futura.


A lo largo de los últimos años, diversos estudios han venido señalando que el estrés intenso durante el embarazo, por ejemplo por una fuerte presión en el trabajo, maltrato en la pareja, acontecimientos vitales como la muerte de un familiar muy cercano, o incluso el rechazo a un embarazo no deseado, puede tener importantes repercusiones.
¿Significa esto que las madres son responsables de sufrir estrés y de transmitirlo a sus bebés? De ninguna manera. Lo más común es que la mujer embarazada no pueda hacer nada por cambiar su situación o las vivencias que sufre.
 

Parto prematuro y bajo peso al nacer


Una de las consecuencias del estrés materno intenso que se han señalado de manera más insistente durante la última década es la mayor incidencia de partos prematuros y bajo peso al nacer. Los niveles elevados de hormonas del estrés asociadas con la depresión y ansiedad, como el cortisol, pueden reducir el aporte sanguíneo a la placenta e inducir un parto prematuro.

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Aunque es común que las mujeres embarazadas reduzcan o interrumpan su jornada laboral al final de la gestación, los resultados de este estudio sugieren que reducir la jornada laboral en los primeros meses de embarazo puede ser beneficioso para las mujeres que tienen trabajos estresantes a tiempo completo.




Estrés prenatal y muerte fetal


El impacto del estrés psicológico sobre el riesgo de muerte fetal.La muerte fetal (después de 28 semanas de gestación) ocurrió en 66 embarazos (0,34% de los embarazos). Las mujeres con niveles elevados de estrés tuvieron un riesgo aumentado del 80%, comparado con las mujeres con niveles intermedios de estrés. Es decir, si ocurrió en un 0,34% del total de embarazos, en el caso de mujeres con alto nivel de estrés ocurrió en un 0,61%. Como se puede apreciar, la incidencia sigue siendo muy pequeña y no debe ser una fuente más de angustia para las madres embarazadas afectadas de estrés, y que sufren por ello, pero resulta significativo: algo pasa con el estrés durante la gestación, y no conviene minimizar su posible impacto.


La posible influencia de factores como la edad materna, número de hijos, el índice de masa corporal de la madre antes del embarazo, el consumo de tabaco, alcohol o café, el estado civil, y nivel de estudios, sin que ninguno de estos factores alterase los resultados.

Los niveles elevados de estrés se asocian con casi el doble de riesgo de muerte fetal. El estrés, la depresión y la ansiedad se asocian con niveles elevados de hormonas del estrés, como las catecolaminas. Aunque algunos hábitos, como el consumo de tabaco, pueden aumentar el riesgo de muerte fetal, y son más comunes en mujeres que sufren estrés.



Desarrollo neurológico


La desregulación génica, la destrucción de neuronas y sinapsis (conexiones entre neuronas), la inhibición del desarrollo dendrítico, el desarrollo inadecuado del cuerpo calloso y del cerebelo son algunos de los mecanismos por los que el estrés materno afecta al desarrollo neurológico fetal. La exposición a niveles elevados de estrés prenatal, sobre todo durante las primeras semanas de embarazo, puede influir negativamente en el desarrollo cerebral del feto, determinando alteraciones del desarrollo de las habilidades intelectuales y del lenguaje en el niño.

Si una madre sufre estrés durante el embarazo, es más probable que su bebé tenga problemas emocionales o cognitivos (como riesgo de déficit de atención e hiperactividad, ansiedad, y retraso en el desarrollo del lenguaje), con independencia de los efectos de la depresión o ansiedad materna postnatal. 
 El entorno fetal puede verse alterado si el estrés de la madre altera su perfil hormonal, y se sabe que hay una relación directa entre los niveles de cortisol materno y fetal.


La respuesta del cortisol materno al estrés se reduce a lo largo de la gestación, y al principio del embarazo, la conexión entre el cortisol materno y fetal no es tan fuerte. Es posible que los efectos del estrés y la ansiedad materna en el desarrollo del feto y el bebé puedan verse atenuados por otros factores, como la alimentación durante el embarazo. Se ha sugerido que un estado de hipervigilancia o ansiedad, o la actividad intensa del eje HHA puede ser una respuesta adaptativa al estrés ambiental durante la evolución, pero persiste en forma de vulnerabilidad a los trastornos del neurodesarrollo.


El estrés prenatal puede producir comportamientos anormales después del nacimiento que coinciden con los síntomas del autismo, y también otras anormalidades que también están presentes en el autismo, como déficits de aprendizaje, trastornos convulsivos, complicaciones perinatales, anomalías inmunológicas y neuroinflamatorias, y baja tolerancia postnatal al estrés en la infancia.



Alteraciones de la conducta

Según el ALSPAC, los hijos de madres con ansiedad en la semana 32 de gestación mostraban problemas graves de conducta durante la infancia, incrementándose en un 60% el riesgo de problemas severos. La ansiedad materna prenatal se asocia con hiperactividad y déficit de atención a los 4 años. A los 6 y 7 años, los niños de madres que habían tenido ansiedad en el tercer trimestre seguirán mostrando más problemas de conducta y alteraciones emocionales.


El efecto de la ansiedad materna es diferente en distintos momentos del embarazo; así, por ejemplo, los niveles altos de ansiedad materna en la semana 18 se asocian con una mayor porcentaje de zurdos o problemas de lateralidad.


Al llegar a la adolescencia los hijos de madres que habían sufrido ansiedad en la primera mitad del embarazo presentaban una mayor impulsividad y un menor cociente intelectual.

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